Secretament ha observat
com la teva pell pura i delicada,
finíssima i perfumada,
a l'aixopluc de la lluna
agafava una brillantor angelical.
Serenament adormida
amb expressió de placidesa celeste,
preciosa i divina,
amb els teus braços estesos
pareixies una dea de la nit.
Què delicades
les ombres del teu contorn!
S’obre la porta.
Del flascó de les teves essències més fines,
com esquitxos barrejats amb cendra gris,
un salvatge desig d’arrencar-te el cor
per posseir-te en la disbauxa,
esclafar els teus sentits, la teva vida
i els teus gemecs implorant, no, no, no!!!
Un silenci...
La sang fa rierols damunt teu.
A cada moment més tintats rogents
es mesclen entre batecs que s’agiten
per una mirada feréstega, amb ulls lascius:
pupil·les dilatades per la salvatgia.
La porta es tanca...
El silenci roman...
El cos nu manté els braços oberts...
Les cames creuades...
Els ulls tancats i humits...
I les passes s’allunyen...
“És meva... només
meva... ”
*************************************
como tu piel pura y delicada,
finísima y perfumada,
al cobijo de la luna
cogía un brillo angelical.
serenamente dormida
con expresión de placidez celeste,
preciosa y divina,
con tus brazos extendidos
parecías una diosa de la noche.
¡Qué delicadas
las sombras de tu contorno!
Se abre la puerta.
Del frasco de tus esencias más finas,
como salpicaduras mezcladas con ceniza gris,
un salvaje deseo de arrancarte el corazón
por poseerte en el desenfreno,
aplastar tus sentidos, tu vida
y tus gemidos implorando, ¡¡¡no, no, no !!!
Un silencio ...
La sangre hace arroyos sobre ti.
A cada momento más tintados rojizos
se mezclan entre latidos que se agitan
por una mirada torva, con ojos lascivos:
pupilas dilatadas por el salvajismo.
La puerta se cierra ...
El silencio permanece ...
El cuerpo desnudo mantiene los brazos abiertos ...
Las piernas cruzadas ...
Los ojos cerrados y húmedos ...
Y los pasos se alejan ...
"Es mía ... sólo mía ..."
finísima y perfumada,
al cobijo de la luna
cogía un brillo angelical.
serenamente dormida
con expresión de placidez celeste,
preciosa y divina,
con tus brazos extendidos
parecías una diosa de la noche.
¡Qué delicadas
las sombras de tu contorno!
Se abre la puerta.
Del frasco de tus esencias más finas,
como salpicaduras mezcladas con ceniza gris,
un salvaje deseo de arrancarte el corazón
por poseerte en el desenfreno,
aplastar tus sentidos, tu vida
y tus gemidos implorando, ¡¡¡no, no, no !!!
Un silencio ...
La sangre hace arroyos sobre ti.
A cada momento más tintados rojizos
se mezclan entre latidos que se agitan
por una mirada torva, con ojos lascivos:
pupilas dilatadas por el salvajismo.
La puerta se cierra ...
El silencio permanece ...
El cuerpo desnudo mantiene los brazos abiertos ...
Las piernas cruzadas ...
Los ojos cerrados y húmedos ...
Y los pasos se alejan ...
"Es mía ... sólo mía ..."
Gabriel Maria Pérez
Desembre 2015
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