Desdichadamente las cosa se tuercen en poco tiempo, y las circunstancias te dan la espalda, te golpean vilmente y se ceban en ti, hasta que acaban derrotándote como cabeza de turco.
Estas personas con tan alta humanidad hay que cultivarlas, cuidarlas, conservarlas y adorarlas, aunque parezca una exageración, porque la buena gente siempre hay que tenerla en lo más alto de los pedestales.
Por eso quiero dar todo mi apoyo a mi gran amiga Maribel Morueco, incansable luchadora, en unos momentos muy difíciles por los que está pasando, aunque estoy bien seguro que lo superará con creces y continuará ofreciendo, a su manera, esa dedicación absoluta a la vida y esa sonrisa y carcajada que contagia alegría y fuerza.
¡ADELANTE, MARIBEL!
¡SIEMPRE CONTARÁS CON MI APOYO AZUL Y SEGURO QUE EL DE MUCHÍSIMOS MÁS!
Esta mujer es una estafadora
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