En mi casa vivimos
cinco personas
y una gata.
Tres de estas personas
son libres, van a su bola,
diferentes, a su bola.
Él es intrépido:
le gusta la aventura,
ir a otras tierras y explorar,
conocer, ensanchar perspectivas
y dejar fantasmas en el olvido.
Ella es cultura.
Apasionada del arte
engulle libros, música
y vuela entre los estudios,
amores y amigos.
La pequeña es silencio,
acorde a su condición azul,
con sonrisas intermitentes,
paseos nocturnos inacabables
e inocencia perpetua.
La dama es infinita,
no tiene pausa, sufridora.
Sensible, intensa,
amante cautiva y deliciosa,
una madre sufridora.
La gata observa,
juega y maúlla dulcemente.
Seguramente no entienda
de otros pasajes sin luna.
“Derechos reservados”
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