23 de gen. 2017

JUEGO DE NIÑOS ©




La guerra no es un juego de niños.
De pequeño jugaba con soldaditos de plástico,
les lanzaba piedras como si fueran bombas
y cada derribo era una víctima de mi victoria,
gritaba grandes onomatopeyas y me sentía
el rey del mundo a cada conquista. 

La vida no es un juego de niños.
De pequeño jugaba en el jardín de mis padres
que subía y bajaba entre plantas gigantescas,
selvas llenas de vida con lagartos prehistóricos
que huían despavoridos al oír nuestros gritos:
oxígeno, humedad y vida que olíamos fresca
y que ya ahora, de mayores, veo pura utopia. 

El mundo no es un juego de niños.
De pequeño pensaba que era una pelota,
pero no está para patearlo, pincharlo o quemarlo,
ni para ensuciarlo, mancharlo de sangre e ira,
odio visceral y terror como juego de mayores,
ni hambre por culpa de la desidia de los poderosos,
mares y ríos contaminados cual venas envenenadas. 

De mayor quiero jugar a cuidar mi tierra,
esta partícula de vida entre universos paralelos,
archivos agrupados en cajas de tiempos añejos,
verdes ocres remojados con sabiduría incipiente,
palacios de naturaleza nunca mustia sino deslumbrante
envueltos por sinónimos de paz y antónimos de hastío,
con fronteras esculpidas por capas de belleza
y por manojos de naturaleza viva. 

 

Barcelona, 24/01/17
 
 
 
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